Comparte en tus redes
Una de las herencias más enraizadas de los conquistadores españoles, en nuestro país fue su legado en la vitivinicultura. Los valles centrales y aquellos asociados a grandes ríos, sorprendieron a los recién llegados, donde pudieron evocar a la madre patria y además replicaron, uno sus cultivos más apreciados, las vides.
El valle del Itata, zona geográfica moldeada por el río de mismo nombre, fue uno de los lugares en donde se asentaron las primeras viñas en nuestro país. La más importante y notable congregación religiosa, dedicada a la agricultura en el país, fue la Orden Jesuitas. Los jesuitas recibieron, en sus inicios la donación de varias tierras ya plantadas con viñas, lo que favoreció el mantener esta actividad y el posterior desarrollo de su industria vitivinícola. Por que era necesidad, que los colegios asociados a la orden, tuvieran una fuente de ingresos y aseguraran su funcionamiento.
La Chacarita de Andalién, Perales, La Magdalena, Cuchacucha, Guanquegua, San Joseph de Ñipas y Caimacagüin, se ubicaban en nuestra actual Región del Bío Bío. Donde coincidía, que la zona de Itata, albergaba las producciones de viñas más apreciables y de mejor calidad.

Una tradición que data del siglo XVI y que sobrevive hasta nuestros días. La historia de estas viñas, se proyecta en la actual producción de vinos, los que son apreciados por la grandes viñas nacionales e internacionales. Cepas tintas país y cinsault, que fueron introducidas en la zona del Bíobío en el siglo XVI, se usan en para endulzar el vino a granel de las grandes bodegas, que requieren en sus mostos, las características que poseen aquellos nacidos en el Valle del Itata. Las características geográficas de la zona y sus propiedades, revisadas por medio de estudios de sus tipos de suelo. Han dado pie a proyectos de plantaciones de nuevas cepas, tales como pinot noir, syrah, sauvignon blanc.
Los procesos de elaboración del vino, mantienen sus antiguas formas, en particular las pequeñas viñas, cuyos propietarios han enfrentado los vaivenes de la naturaleza y los mercados. Siendo actualmente los guardianes de una tradición de siglos.
Hoy, estas cepas centenarias, motivan a las viñas tradicionales a buscar un lugar en el Valle del Itata. Cepas que se erigen con propiedad en el concierto internacional del vino. Siendo varias veces premiadas en los concursos más importantes del orbe.

Comentarios